lunes, 2 de mayo de 2011

Los Asesinos de Mindy Rodas


Los Asesinos de Mindy Rodas
La Asociación de Mujeres de Guatemala narra la historia de una mujer enterrada en enero de 2011 a los 21 años tras una vida marcada por la violencia
Jueves, 20 de enero de 2011
/ Mercedes Hernández *
Madrid, 20 ene (11). AmecoPress. El caso de Mindy Rodas, de 21 años de edad, se dio a conocer a mediados de 2009, cuando su marido le mutiló el rostro: labios, nariz, barbilla y parte de la frente fueron cercenados de la cara de Mindy para que su cuerpo nunca fuese reconocido, para que se la enterrase como se hace con quienes no tienen identidad, como XX.
Cuando recuperó la conciencia, Mindy estaba desnuda, junto a la orilla del río al que había sido arrojada. En la superficie del agua pudo ver su rostro desfigurado, envuelto en sangre y del que sólo los ojos quedaban intactos. “En ese momento, deseé que también me hubiese arrancado los ojos para no poder ver como me había dejado”. Después añadiría: “Lo que de verdad hubiese querido es que me hubiera matado, pero el recuerdo de mi hijo me dio fuerza para salir adelante”.
Las amenazas para que se no identificara al autor de esta barbarie comenzaron en el propio hospital, cuando un hombre, que decía ser el abogado de Esteban López, el torturador y ex pareja de Mindy, llegó primero. Después, siguieron las de la familia de su verdugo, además de las de extraños que se acercaban para reforzarlas. Mindy fue trasladada a México para su recuperación. Ahí, tras diversas intervenciones quirúrgicas, acabó padeciendo una fuerte depresión.
Suplicó que la dejaran volver a Guatemala por un tiempo para poder ver a su hijo y para recibir el apoyo emocional que tanto necesitaba. De esa manera, deprimida y mutilada, Mindy se enfrentaba a un día a día en el que mero el acto de comer, intentar beber o respirar eran de una dificultad extrema. Decir que Mindy había perdido la sonrisa para el resto de su vida, no haría justicia a la verdad: la sonrisa de Mindy fue, literalmente, mutilada.
No regresó a México. Su proceso de recuperación se fue ralentizando, poco a poco, hasta quedar detenido. Fue víctima de la mirada sensacionalistas de ciertos medios. Su caso alimentó el morbo de publicaciones deseosas de multiplicar sus cifras de ventas, antes que de hacer honor a la verdad.
Obviaron que la violencia contra esta mujer de 21 años no había empezado con el horror que la dejó tirada, sin rostro, junto a la orilla de un río: Mindy recordaba con amargura que la primera vez que se sintió sin identidad, una XX, fue en la infancia, cuando se enteró de que por presiones de su padrastro, su madre biológica la había abandonado, dejándola en manos de una vecina. “No sabía si este era mi nombre, ni cuáles hubieran sido mis apellidos de verdad”.
En la casa de su familia de acogida, conoció nuevas formas de discriminación y de violencia que fueron mermando, poco a poco, su autoestima. “Me mantenía a flote por la ayuda de mi mamá adoptiva, pero sus hijos me habían prohibido la entrada a casa”.
Mientras aquellos hombres que se decían sus hermanastros dormían plácidamente en sus tibias camas, Mindy agonizaba cada noche lejos de su hijo, con enormes dificultades para respirar, para comer, viéndose obligada a beber cada día a través de una pajita, que no siempre encontraba.
Mindy intentó suicidarse varias veces. Una de ellas, por lo desesperante que se le hacía seguir viviendo sin dormir apenas: su incapacidad para respirar con normalidad, le impedía mantener el sueño más de 20 minutos. Cansada y aturdida por la vigilia permanente, decidió quitarse la vida. Pero sobrevivió, de nuevo.
También quiso suicidarse cuando le explicaron que el juez que había llevado su caso consideró sus lesiones como leves, un delito que en Guatemala tiene medidas sustitutivas que le permitieron al detenido obtener la libertad bajo fianza. “Sentí que me habían vuelto a matar”.
A finales de 2010, del caso de Mindy ya no había presencia en los medios de comunicación. Ya nadie se ocupaba de dar seguimiento a su recuperación ni a la de su hijo. Su verdugo se encuentra en la cárcel tras la reformulación de los cargos, ahora acusado de feminicidio en grado de tentativa. “Respondí a muchas entrevistas, pero al final nadie hace nada. Tengo miedo de que llegue el día del juicio, de que él pueda ver que no consiguió lo que quería. ¿Qué más quiere? Aunque no me mató, me mató en vida. Eso, si no me manda matar antes.”
En enero de 2011 el cadáver de Mindy fue enterrado como XX. Había desaparecido algunas semanas antes; fue ante la insistencia de integrantes de dos asociaciones que conocieron y documentaron el caso que la familia formalizó la búsqueda. La identificaron, a través de fotografías, en la morgue de la capital guatemalteca. Su cuerpo, que fue encontrado a más de doscientos kilómetros del lugar donde vivía, fue enterrado sin identidad.
El informe forense dice que murió torturada y estrangulada. En varias ocasiones, a Mindy le arrebataron la vida tal y como la conocía. La última de ellas, le arrebataron también la posibilidad de comenzar una nueva, poco después de que varias fundaciones de Estados Unidos y de España hubieran retomado su caso, dispuestas a ayudarla. La última petición de Mindy fue ser socia activa cuando recuperase su rostro.
En vida, Mindy fue la víctima de muchos verdugos: su padre biológico, que nunca la reconoció; su padrastro, que forzó la separación de su madre biológica; sus hermanastros, que la separaban de su madre adoptiva; el abogado de su torturador; los hombres que la amenazaban constantemente; el juez, que minimizó la gravedad de los delitos perpetrados sobre su cuerpo, calificando sus lesiones de leves; del abandono de las organizaciones que podrían haberla apoyado integralmente; de los autores materiales de su posterior tortura y de su asesinato; del hombre que decía amarla y del aparato de Justicia que tiene con su dignidad una cuenta pendiente.
¿Cuántas veces se puede matar a una mujer? Mindy fue asesinada muchas veces. Muchos fueron también los perpetradores, directos o indirectos, de su muerte.
Foto archivo AmecoPress
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Internacional – Opinión - Violencia de género – Derechos Humanos – Mujeres del mundo – Movimiento feminista - Feminicidio; 20 enero (11); AmecoPress

 http://www.amecopress.net/spip.php?article5828

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